La decadencia del AVE


La puesta en marcha del Ave entre Madrid y Sevilla, aquel 14 de abril de 1992, a punto para la Exposición Universal, ponía Andalucía en hora. Unas infraestructuras modernas, fiables y pioneras para sacar a toda una región, a través de su capital, del aislamiento de carreteras tortuosas –a las que también se empezó a poner remedio–. Conectándola con la capital del reino se animaban los negocios y el turismo. Desde entonces, viajar en Ave tenía un estatus. Incluso la tarifa más económica respetaba unos niveles decentes de calidad, pero eso ya no existe. Esta es nuestra experiencia más reciente.

Sabíamos que los nuevos aves venían con asientos más estrechos. No hay problema, vamos en turista, tampoco hay que exigir las comodidades de las clases superiores. Mientras puedas sentarte y trabajar un rato hasta llegar a Madrid... Pero ojo, ven con la batería cargada de casa, porque ahora no hay toma de corriente eléctrica. Si no has tenido la precaución, olvídate de aprovechar esas dos horas y media.

De todos modos, siempre se podrá hacer tiempo en la cafetería. Intenta llegar hasta allí entre los increíbles vaivenes de los nuevos aves que, como los asientos, también son más estrechos. Al menos en la cafetería, tomando algo de pie, tus rodillas están a salvo del asiento de delante. Pero, qué sorpresa, la cafetería no es como siempre, espaciosa, con mesa aparte. Ahora hay una persiana donde te sirven la misma comida de ataque de siempre (eso no empeora porque no se puede hacer peor). Cuidado con el café, que todavía puedes llegar a tu reunión hecho un fantoche por cortesía del vagón zarandeante.

Bueno, al menos siguen poniendo película, y aunque la calidad cinematográfica nunca ha primado, aún puedes distraerte. Antes tenías nueve opciones de ocio, ahora sobreviven cinco: película en inglés, película en español, hilo musical y dos canales para escuchar el silencio.

¿Y los auriculares? Parece increíble pero ahí también han recortado. Antes eran de un solo uso, te servían en el Ave y te deshacías de ellos por su escaso valor. Ahora también son de un solo uso, pero en el sentido de que sólo suenan por un auricular.

Definitivamente, el Ave no es lo que era. Y no hace tanto que empezó su decadencia. Podrían enriquecer el servicio, por ejemplo incorporando wifi gratuito, algo que disfrutan los pasajeros de autobús que, en teoría, están por debajo en la escala; sin embargo, lo que hacen es empobrecer la experiencia del viajero.

La duda es si se trata de estrategia financiera o sólo de marketing. ¿Consiste en abaratar costes y hacer del AVE una empresa más eficiente? ¿O en empeorar el poducto turista para, ampliando la discriminación entre servicios, favorecer la venta en las otras clases?

Y qué más da, sólo eres un turista y esto no es TripAdvisor.