Cinco impresiones sobre Fitur'14

fitur 2014 madrid

Se nos va Fitur un año más con el ritual cumplido de prisas, intercambio de tarjetas y atracón de mensajes. Una vez más, con la sensación de que un evento así es inabarcable en su totalidad para la limitada condición humana, pero con suerte, también con algunos buenos contactos que florecerán en tratos comerciales en los meses venideros. Estas son nuestras impresiones generales después de tres jornadas intensas en Ifema.

1. Fitur es negocio. Hoy por hoy, atendiendo al desplome del turismo nacional, España no parece un buen mercado emisor. Sin embargo, como receptor de turistas ha rebasado a China en la tercera posición y, desde luego, sus empresas se han ganado un lugar en el terreno de juego internacional. Así se explica que, con las aspiraciones de viajar de los españoles de capa caída, todavía la feria madrileña sea capaz de concitar a un respetable número de expositores y visitantes extranjeros. Y los que vienen no están para pasear y perder el tiempo. La impresión general es de hambre de negocios, de voluntad por tejer acuerdos, de sincero interés.

2. Fitur es postureo. Aunque la crisis económica acabó con la fiesta de las instituciones locales, regionales y autonómicas en Fitur, pervive el furor por presentar las nuevas rutas y productos turísticos en el seno de la feria. A menudo, los medios de comunicación asistentes son los mismos que darían cobertura en casa, o menos, porque si la crisis ha azotado a las instituciones todavía lo ha hecho más al periodismo. Además, presentar en Fitur ante los medios (y no simplemente ante el público o los tour operadores) tiene el inconveniente de la sobreoferta informativa. Pero si no presentas en Fitur no eres nadie. Y si faltan plumillas porque sus periódicos, radios y televisiones ya no se pueden permitir desplazarlos, la solución es el periodista encamado. Sí, igual que los corresponsales de guerra van insertados en el ejército, el enviado especial ahora forma parte del séquito mientras el político pasea por la feria.

3. Fitur es baratijas. Sin necesidad de agarrarse a estudios sociológicos, puede aventurarse que España es el país donde más gusta lo gratis. Lo que sea. No decrece la fiebre por hacerse con el merchandising de los destinos y compañías expositoras, de lo más ramplón a lo más extravagante, se le encuentre utilidad práctica o acabe en la papelera antes de abandonar Ifema. Con las puertas abiertas para el público general, hay más cazadores de recuerdos que viajeros interesados en descubrir nuevos destinos.

4. Fitur es viral (stricto sensu). El negocio se construye con acuerdos a escala global y nacional, con alianzas sectoriales, de todas las maneras posibles para ponerse de acuerdo. Sin embargo, con independencia del éxito o fracaso de los asistentes, quien de verdad hace negocio es Madrid. Fitur es una gran fuente de ingresos para la ciudad y sus ciudadanos: para Ifema, para los hoteles, para los restaurantes, para los taxis, para la industria auxiliar de eventos. Maná llovido del cielo para una ciudad en franco retroceso de turistas. Y este año, con pico de gripe a la vista, Fitur también ha sido una fuente de riqueza para las farmacias. Durante los días de la feria se duerme poco, se come mal y a destiempo, y los cambios de temperatura son bruscos al salir de los pabellones, letales para la salud de los asistentes.

5. Fitur es innovación. Cada año nos sorprendemos con alguna novedad tecnológica que encuentra aplicación en la industria turística. En esta edición han tenido protagonismo las Google Glass (y ya estaban tardando) y los destinos inteligentes. Las jornadas Fiturtech y Fiturgreen le están haciendo mucho bien a la feria madrileña.